Vida Pública
Por Christian Zamora
Quizá el viaje desde la CDMX a Acapulco fue pesado; los ataques a choferes del transporte urbano en los últimos días, relacionados directamente con su director de la policía auxiliar; el incendio a la Central de Abastos; la falta de recolección de basura, de agua y mil temas más; todo se transformó en una granada de fragmentación que hoy le estalló en la cara a la alcaldesa. Tantos problemas la estaban ahogando.
Abelina perdió los estribos y cometió el craso error de pelearse con quien menos debe un alcalde, la prensa. Acapulco entero ha visto desdibujarse a su alcaldesa a un día de cumplir un mes en el poder, sí, UN MES.
Y es que no es fácil pasar de ser una gestora permanente, llevar las voces y reclamos de los ciudadanos de a pie, tocar unas puertas, golpear otras, dar gritos y muchas veces meter jaloneos, a estar ahora del otro lado, administrando deudas de un gobierno que se encuentra en el punto final de una pendiente y que sólo espera atajar la enorme bola de nieve que le dejaron.
Sin embargo, no hay justificación para lo de hoy; el llamado cuarto poder no perdona errores ni mucho menos falsos señalamientos; Abelina López SE EQUIVOCÓ. No puedes pedirles a los medios de comunicación que callen, no ahora, no con este gobierno que se dice democrático, plural, abierto, transparente. Callar en este contexto ES CORRUPCIÓN y entonces, callar para qué…
Lo que tanto pretende dejar a un lado la alcaldesa es prácticamente lo mismo que hoy pidió a los periodistas porteños: silencio cómplice que derivaría en putrefacción. Acapulco se hunde, no de ahora sino desde hace muchos años y los medios se han convertido en la voz de aquellos que no la tienen, son el reflejo de realidades que los que están en el poder no ven.
Muchas veces no gusta lo que se dice en la prensa, incómoda y duele por supuesto, pero el gobernante debe tener la madurez y el temple político para aceptarlo y sobrellevarlo, rescatar lo bueno de lo malo. Hay máximas que no deben romperse, Voltaire lo resumió en una frase, "podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo".
Lo que hoy ocurrió no debe volver a pasar, sobre todo cuando los periodistas lidian con la noticia del atentado contra un compañero; no son ellos los que han generado la violencia y mucho menos los que deben resolverla. Cada uno ocupa un lugar en la sociedad, las autoridades a gobernar y los medios a informar.
No se debe convertir a Acapulco en un ring de boxeo donde la primera edil ponga a la ciudadanía y a los medios a pelear entre sí y peor aún fungir de árbitro parcial. Esta historia ya se vivió los últimos 3 años con López Obrador y no ha servido de nada, la lucha entre chairos y fifis y un México polarizado sólo ha provocado retroceso y desunión.
Este es el momento perfecto para recular, tomar aire, y analizar. Este es el momento donde pedir disculpas nunca estará de más.