Publicado en Diario 17 (Primera parte)
(Segunda parte)
En Guerrero al día
Arpanet:
Llamadas del terror
Por Arturo Parra Ochoa
De acuerdo con autoridades de Seguridad Pública y Gobernación municipal, estas llamadas se han “disparado” en los días recientes, por lo que han desplegado campañas de información y orientación a los acapulqueños, para no dejarse sorprender.
(Segunda parte)
En Guerrero al día
Arpanet:
Llamadas del terror
Por Arturo Parra Ochoa
Los últimos hechos sangrientos registrados en Acapulco y Guerrero, con la ejecución diaria de personas, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, son aprovechados por la delincuencia organizada para aumentar el clima de terror, y logran sembrarles miedo a quienes contactan a través de llamadas telefónicas, para extorsionarlos.

−¿Bueno? −Contesta una de sus víctimas al descolgar el auricular el domingo por la mañana.
−¿Eres fulano? −Le pregunta el presunto delincuente.
−Sí, ¿quién habla?
−Mira, no te puedo decir quién habla, pero te llamo para informarte que estás en un grave peligro de perder la vida, tú o alguno de tus familiares.
De inmediato la víctima regresa a ver el identificador de llamadas de su aparato telefónico. “Número privado”, indica el mensaje. Imposible dar con el extorsionador. No hay posibilidad de rastrearlo. Entonces decide grabarlo desde el altavoz, y nos proporciona una copia, de la cual tratamos de hacer un resumen.
−Te tengo bien identificado, sé que vives en la calle equis –Atina la dirección del domicilio seguramente porque la encontró en el directorio telefónico− y solo te digo que me ha contratado una persona para ejecutarte. No sé qué le debas a esa persona, no sé qué le hayas hecho, pero tengo la orden, y mi amigo te llamo para decirte que tendrás que entregar una fuerte cantidad de dinero para no cumplir esa orden. Tú dices.
−Pero ¿por qué?, yo no le hecho ningún mal a nadie, no sé por qué quieren hacerme esto. Además no tengo dinero, soy empleado, gano poco−, responde afligido el hombre, por cuya memoria pasan las ejecuciones recientes que vio en la televisión o leyó en los periódicos.
−Yo lo sé, amigo, te tengo bien investigado, a ti y a tus familiares, pero a mí nada más me contrataron para esto. Entonces, de cierta forma te quiero echar la mano, pero a mí me están ofreciendo una fuerte cantidad de dinero. Yo hasta ahorita no soy tu enemigo−. Al fondo se escucha un pitido, como de silbato, y un “shhh” de alguien que intenta callarlo.
−La orden que tengo es de secuestrar a uno de tus familiares y ejecutarte a ti, mi compa, esa es la mala noticia, ¿sí?, pero la buena noticia es que si te estoy llamando es porque yo quiero echarte la mano. No quiero hacerte daño, ¿por qué?, porque eres una gente inocente. Ya me di a la tarea de investigarte durante 20 días y sé qué personas eres, ¿ahora sí me entiendes, fulano?
−Pues sigo sin entender cuál es el problema, yo por qué.
−Mira, el problema está en que esa persona te quiere hacer un pinche daño, ¿sí?, a mí me está ofreciendo 70 mil pesos a cambio de que yo secuestre a uno de tus familiares, así como de que yo te ejecutara, mi compa. Tú sabes que nosotros nos dedicamos al secuestro y al narcotráfico, yo fui ex policía y ahora ando en este pinche rango.
El individuo de la otra línea insiste en que tiene bien investigada a su víctima, al cual quiere “ayudar”.
−Tú eres fulano (cita los dos apellidos), te tengo bien ubicado, tengo fotos, tengo todo, te he visto, he pasado junto a ti como a 10 metros y no te he dicho nada. Yo quiero llegar a un acuerdo contigo, mi compa, ¿sí me entiendes, fulano?
−Pues más o menos entiendo este tipo de situaciones, pero no entiendo por qué a mí, ¿qué hecho?
−La persona que me contrató quiere dañarte, mi compa. Para eso me contrató a mí y a mis ocho gentes que estamos aquí, como a unos 300 metros de tu domicilio. Vine a traer mi camioneta y te estoy echando un llamado ¿sí?, yo quiero ayudarte pero tendrás que ponerte a mano conmigo, ¿sí?, pues ora sí que esto no va a ser de barbas, ¿por qué?, porque yo he gastado más o menos arriba de 30 mil pesos investigándote durante 20 días con mi gente, viajando desde Michoacán hasta acá a Acapulco.
Incluso da cuenta de que tiene una “lista” de personas por ejecutar.
−Y no es nada más éste el caso que estamos viendo, ¿no?, vemos a otras personas que traemos en la lista, ¿sí?, por eso es que si llegamos a un buen acuerdo mi “Matías” –equivoca el nombre de su interlocutor−, mi fulano –rectifica−.
−Me llamo fulano, no Matías−, interrumpe el amenazado.
−Por eso, es que te estoy confundiendo con otro cabrón, porque traigo a otro aquí en la lista que se llama Matías, pero tú eres fulano de tal−, responde el de “La Familia”, mientras al fondo se escucha un estornudo. Matías Moya, es otro ciudadano acapulqueño que está anotado precisamente a tres nombres del de la víctima de esta ocasión, en el directorio telefónico.
Entre la publicación anual de un directorio telefónico y otro, los usuarios pueden cambiar indistintamente de domicilio, una y otra vez sin que aparezcan los cambios hasta la siguiente edición del directorio, de tal forma que no siempre son los que ahí se leen.
−A ver, compa, ¿sabes dónde vivo? –pregunta entonces la víctima.
−Perfectamente, mi compa, ira tú no me tienes que investigar, ¿sí?, sé perfectamente bien que vives en calle equis número tal, ahí estás bien ubicado. Te puedo decir, hasta ora sí que muchas otras cosas más, que no tienes que interrogarme a mí, ni hacerme preguntas, −responde alterado el individuo.
−Y ¿qué les hace pensar que yo puedo tener dinero? –insiste el hombre amenazado, quien trata de llevar por las buenas el diálogo, para no provocar ninguna reacción violenta de su amenazador.
−No, no es que tengas dinero. Nosotros secuestramos a puro pinche empresario, pero ora sí que esta persona nos trajo con mentiras y engaños de que tú nos darías una fuerte cantidad de dinero, a cambio de que yo secuestrara a uno de tus familiares, ¿sí?, y aparte quiere esa persona que te ejecutara, ¿sí?, pero pues para hacer esto nosotros no vamos a cobrar ni 70 mil pesos ni nada, sacamos muchísimo más, mi compa.
Y pasa a traer a la policía “corrupta”.
−También a la policía que es corrupta, mi compa, le damos unas fuertes cantidades de dinero para que no se meta con nosotros. Entonces mira, vamos al grano. Yo para poder retirarme con mis hombres, ora sí que necesitamos que apoyes a la compañía, la Familia Michoacana, que somos nosotros. Entonces no corras ningún riesgo, y tengas seguridad de nosotros, mi compra, ¿sí?, y si quieres te quitamos a esta persona de en medio, la que te está poniendo en charola de plata con nosotros−. Se vuelve a escuchar otro fuerte estornudo.
−Pero necesitamos ora sí que te pongas a mano. Si tú me das una negativa, mi compa, pues ora sí que lo voy a sentir mucho pero tal vez hoy, mañana, el menos rato pensado yo capturo a uno de tus seres más queridos y te puedo chingar a ti, mi fulano. Así de fácil y así de tranquilo te lo digo. Como te menciono, yo no soy tu enemigo, ¿sí?, hasta ahorita, siempre y cuando llevemos un buen acuerdo. ¿Qué te parece?
El amenazado vacila en su respuesta, y el otro remata.
−No lo debes pensar, mi fulano, porque yo te estoy hablando en vivo y en directo, mi compa. Tú dame 50 mil pesos y yo me retiro de aquí con mi gente.
−Yo no tengo esa cantidad de dinero. Ni en sueños.
−Te la voy a poner fácil. Te he investigado. Yo sé que no tienes dinero, porque si fueras una persona adinerada, ya te hubiera puesto a un familiar de este lado de la bocina, como acostumbramos, y decirte ¿sabes qué?, necesito tres millones de pesos. Entonces tú dime con cuánto puedes apoyar a la compañía hoy mismo, mi fulano.
−No, no puedo.
−Si tú me das una negativa, ahora sí que va a valer madre mi fulano, ora sí que todo tranquilón, todo tranquilo, mi compa, ¿sí?, tú dime con cuánto cuentas y yo te voy a echar la mano.
−No, yo solo cuento con mi puro sueldo, no tengo ni dinero guardado.
−Por eso, dime, quiero ver disponibilidad, quiero ver el interés de tu familia y de tu vida propia. Tú dime, yo te escucho. Porque si no pones interés a tu vida propia ni la de tu familia, mucho menos nosotros. Yo le ordeno a uno de mis sicarios, porque yo soy cabeza de esta organización, y va a ejecutar a uno de tus familiares, ¿y sabes qué va a pasar?, que vas a comprar el pinche ataúd, para que les des un entierro digno a un familiar tuyo, ¿sí?, vas a gastar mínimo de 10 a 15 mil pesos.
La víctima intenta calmar los ánimos de su agresor y disuadir sus amenazas.
−Yo creo que deberían tentarse el corazón y apelar a su conciencia para no estar haciendo este tipo de amenazas. Uno es gente de trabajo, que vive de su sueldo.
−Por eso, pero qué quieres que yo haga, ya lo sé, pero ¿sabes qué?, mira, a mí me están contratando, qué quieres que haga, llevo 20 días investigándote, ya me gasté como 30 mil pesos en la pinche investigación. Entonces ora sí que podré perder mi tiempo, pero mi dinero no. Nosotros andamos en esto. Para no alargarnos mucho, tú nomás dime con cuánto cuentas para echarte la mano. Si no, pues ora sí que yo hago mi trabajo y ya no va a haber vuelta de hoja, ni llamadas ni nada. Si tú te niegas a negociar conmigo, lo siento mucho pero te voy a chingar, pa que te me andes escondiendo ni nada, estés tranquilo y todo. No creo que te pongan diez policías diario que te estén vigilando, porque en el rato menos pensado yo te voy a chingar. Ni sabes por dónde te va a llegar el pinche balazo. Creo que 30 mil pesos no vale tu vida, no tiene valor tu vida, ni valen varios millones tus familiares, creo que no tienen precio, ¿verdad mi fulano?
La Familia Michoacana está regada por todo Acapulco. “Hace poquito matamos a uno del PRD, y cobramos tres millones de pesos”.
−Si tú colaboras, con la Familia Michoacana vas a contar, conmigo vas a contar. Estamos regados por todo Acapulco. Hace poquito matamos, sí supiste, a uno del partido del PRD. Lo chingamos –dijo seguidamente de escucharse el susurro de alguien que le dictó: “lo chingamos”−. Tú sabes quién es, un delegado. Sí supiste, ¿no, mi fulano?
−No, no sé quién de quién están hablando−, dijo el amenazado queriendo aparentar ignorancia, aunque posiblemente se refería al diputado Armando Chavarría Barrera.
−Bueno, a él lo ejecutamos, ¿por qué?, porque andaba en pedos políticos, y a nosotros nos contrataron. Sí, nos dieron una fuerte cantidad de dinero, mi compa. Con él era el tiro directo, ¿sí?, mátenlo y nada más. Ahí en ese caso se cobraron tres millones de pesos, mi compa. Pues sí, tú dime cuánto nos vas a conseguir, yo lo único que te puedo dar es de aquí a las 12, lo que me puedas conseguir, no sé cómo le hagas, mueve mar y tierra, mi fulano, a ver qué vendes y qué empeñas, pero yo quiero ver disponibilidad de ti, ¿sí?, lo que me puedas juntar, yo mando a mi muchacho que pase, o te digo dónde me lo puedes depositar, porque por una mínima cantidad no voy a arriesgar la vida de mis muchachos, que se arme ahí una pinche balacera. Yo te advierto, son las 10:56 que traigo aquí en mi reloj, cuánto me puedes juntar. Movilízate y nada más, si quieres estar bien, o vas a bailar, mi compa, te voy a chingar. Yo te vuelvo a repetir, tendrás seguridad con nosotros, nadie te molestará.
“Ya valió verga”, se escucha que alguien grita al fondo, al momento en que el extorsionador se despide.
−Te hablo a las 12, mi compa, no hablemos más. Cuánto me puedes juntar, quiero que me contestes la llamada, y si no me contestas ya no habrá trato, te guardas tu dinero, que no te va a alcanzar para los funerales de algún familiar tuyo, mi compa, y créeme que te voy a chingar al familiar que más quieras, así que mejor dime de una vez, ¿vas a conseguirme algo?
−No, no tengo yo dinero.
Y a lo lejos se escucha otro grito: “Dame una verde, mano”, como viniendo de alguna celda.
−Perfecto, guarden su dinero y vas a ver lo que te va a pasar, mi compa.
El del fondo vuelve a gritar: “Valieron ver… si quieres mátala”.
−Pues valió madres todo. Yo te hablé tranquilamente y creo que no me entendiste, ¿verdad?
−A ver, ¿de veras sabes con quién estás hablando?--, quiso probar el amenazado.
−Claro que sí, mi compa, por qué me haces esas preguntas, si yo no estoy loco ni tarado, estás hablando con profesionales. Por si no lo sabes, mi compa, yo soy ingeniero en explosivos y armamento, mi compa, soy egresado del pinche ejército, ¿sí?, así es de que a mí no me salgas con chingaderas, te hablo a las 12, contéstame la llamada. Cambio y fuera, mi compa− y cortó la llamada en el momento en que una voz de hombre lo interrumpía diciéndole algo como “le cuentas muchas cosas, ¿no es cierto?”.