Arturo Parra Ochoa
Acapulco, Gro., 8 de marzo de 2009.- En el Cereso de Acapulco, 130 mujeres internas que purgan distintas condenas y que no garantizan ningún voto ni proyección política para nadie, porque tienen suspendidos sus derechos ciudadanos, recibieron ayer la visita de un grupo de luchadores sociales que convivieron con ellas para conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Rosario Merlín García, dirigente de la organización civil Mujeres Solidarias, encabezó ese grupo que recibió el respaldo de otras personas como el ex diputado local José Guadalupe Perea Pineda, y aunque ellos son perredistas la también luchadora social aclaró que no lo hacían con fines políticos, sino de apoyo a esas mujeres cuya edad promedio es de 25 a 35 años, y que en un mayor porcentaje están acusadas por el delito de robo.
“El robo es lo más común, y en la mayoría de los casos lo hacen por necesidad, porque enfrentan situaciones económicas difíciles, por falta de empleo, por abandono; mientras por otro lado hay las menos que cometieron delitos graves, porque fueron utilizadas como “burreras”, para transportar droga”, externó Merlín García.
Con ellas cohabitan 19 niños “condenados a no abandonar a sus madres en el encierro, y ellas condenadas a no dejar a sus hijos, que ahí nacieron y ni siquiera habían salido a conocer el mundo, hasta ahora que hemos logrado a través de Trabajo Social del Cereso organizar salidas, para llevarlos a pasear al CICI, a otros sitios recreativos, y que nos acaba de ofrecer Oscar Rangel (director municipal de Reglamentos y Espectáculos) regalarnos pases para que se diviertan en los juegos mecánicos”, indicó la ex diputada local.
El área de mujeres del Centro de Readaptación Social de Acapulco está separada de la de los hombres, que son mil 800 actualmente, “y ellas no tenían permiso de estar en la biblioteca, en la capilla, en las canchas deportivas, en los restaurantes ni en la tienda Conasupo, porque para poder hacerlo tenían que tener marido ahí dentro, o trabajar algún negocio; pero las reglas se han ido modificando poco a poco, rompimos con eso, ahora las dejan pero pasados los tres primeros meses de internamiento, y esperamos que no sigan cometiéndose más injusticias”, señaló Rosario Merlín.
Por cierto, la dirigente estuvo interna hace cuatro años en el Cereso, durante 11 meses acusada de los delitos de delincuencia organizada, secuestro y portación de armas exclusivas de las fuerzas armadas, pero salió absuelta y por eso regresa cuando puede a convivir con las reclusas, con las cuales ayer organizó eventos deportivos, bailes y les llevó tacos de canasta, entre las 17:00 y las 19:00 horas, con el permiso de la dirección del penal.
Rosario Merlín García, dirigente de la organización civil Mujeres Solidarias, encabezó ese grupo que recibió el respaldo de otras personas como el ex diputado local José Guadalupe Perea Pineda, y aunque ellos son perredistas la también luchadora social aclaró que no lo hacían con fines políticos, sino de apoyo a esas mujeres cuya edad promedio es de 25 a 35 años, y que en un mayor porcentaje están acusadas por el delito de robo.
“El robo es lo más común, y en la mayoría de los casos lo hacen por necesidad, porque enfrentan situaciones económicas difíciles, por falta de empleo, por abandono; mientras por otro lado hay las menos que cometieron delitos graves, porque fueron utilizadas como “burreras”, para transportar droga”, externó Merlín García.
Con ellas cohabitan 19 niños “condenados a no abandonar a sus madres en el encierro, y ellas condenadas a no dejar a sus hijos, que ahí nacieron y ni siquiera habían salido a conocer el mundo, hasta ahora que hemos logrado a través de Trabajo Social del Cereso organizar salidas, para llevarlos a pasear al CICI, a otros sitios recreativos, y que nos acaba de ofrecer Oscar Rangel (director municipal de Reglamentos y Espectáculos) regalarnos pases para que se diviertan en los juegos mecánicos”, indicó la ex diputada local.
El área de mujeres del Centro de Readaptación Social de Acapulco está separada de la de los hombres, que son mil 800 actualmente, “y ellas no tenían permiso de estar en la biblioteca, en la capilla, en las canchas deportivas, en los restaurantes ni en la tienda Conasupo, porque para poder hacerlo tenían que tener marido ahí dentro, o trabajar algún negocio; pero las reglas se han ido modificando poco a poco, rompimos con eso, ahora las dejan pero pasados los tres primeros meses de internamiento, y esperamos que no sigan cometiéndose más injusticias”, señaló Rosario Merlín.
Por cierto, la dirigente estuvo interna hace cuatro años en el Cereso, durante 11 meses acusada de los delitos de delincuencia organizada, secuestro y portación de armas exclusivas de las fuerzas armadas, pero salió absuelta y por eso regresa cuando puede a convivir con las reclusas, con las cuales ayer organizó eventos deportivos, bailes y les llevó tacos de canasta, entre las 17:00 y las 19:00 horas, con el permiso de la dirección del penal.