Arturo Parra Ochoa
Acapulco, Gro., 22 de enero de 2008.- La desgravación arancelaria de productos agropecuarios importados del norte, “beneficiará solamente a unos cuantos agricultores poderosos y tecnificados, pero traerá consecuencias dolorosas para quienes sobreviven en el campo, convirtiéndose en un riesgo real de mayor empobrecimiento en el medio rural e indígena”, consigna un mensaje dado a conocer por el obispo Felipe Arizmendi Esquivel, de San Cristóbal de Las Casas, durante el Encuentro Sacerdotal de la Provincia Eclesiástica de Acapulco.
Firmado por el instructor de los talleres sobre el documento de Aparecida, y otros seis obispos de la república mexicana, el mensaje advierte que entrarán al país semillas genéticamente modificadas (maíz transgénico) que traerán graves riesgos para la salud, para la biodiversidad y para la economía campesina mexicana, por lo que la Comisión Episcopal para la Pastoral Social demanda que las autoridades federales analicen la posibilidad jurídica y la conveniencia económica de renegociar el apartado agropecuario del Tratado de Libre Comercio con América del Norte.
Monseñor Felipe Arizmendi se encuentra en este puerto para guiar a los obispos y sacerdotes de la Provincia Eclesiástica de Acapulco con sus estudios acerca del documento de Aparecida, Brasil, del cual fue copartícipe, a fin de que los asimilen y adecuen de acuerdo a la realidad que viven en sus diócesis respectivas.
En el escrito sobre la situación del campo mexicano ante el TLCAN, invita a todos los católicos a hacerse solidarios con el momento que viven sus hermanos indígenas y campesinos, “y nosotros los obispos abordamos esta situación porque no podemos reducirnos a celebraciones rituales y a una predicación etérea, porque es claro que la palabra de Jesús no nos deja en la comodidad del egoísmo y de la pasividad, sino que nos lanza a que hagamos cuanto podamos por los pobres”.
Y en ese sentido, señala que el documento conclusivo de Aparecida, fruto de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, confirma que “La opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica... Nace de nuestra fe en Jesucristo. A él lo encontramos de un modo especial en los pobres, afligidos y enfermos... En el reconocimiento de esta presencia y cercanía, y en la defensa de los derechos de los excluidos se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo”.
Los obispos mexicanos urgen al gobierno federal a “proteger con mayor decisión los intereses de los campesinos e indígenas pobres, que son la mayoría”, y sostienen que “existen condiciones jurídicas, económicas y morales para renegociar el capítulo agropecuario del TLCAN, lo cual es prioritario para el gobierno y para los legisladores”.
Agregan que “es urgente e impostergable destinar más recursos al campo y cuidar su recta aplicación, para que lleguen a los pequeños productores del campo y no se queden en beneficio del aparato burocrático, o de los productores con mayores recursos de tierras y de capital, e incluso de grandes empresas trasnacionales”, y demandan “luchar contra la corrupción del sistema administrativo de los recursos y evitar la destrucción de las familias campesinas, que ante el deterioro económico sufren enormes consecuencias sociales por la migración y la deformación de los valores de las nuevas generaciones. No basta dar más recursos al campo; es importante cambiar las políticas hacia el campo y sus objetivos”.
Firmado por el instructor de los talleres sobre el documento de Aparecida, y otros seis obispos de la república mexicana, el mensaje advierte que entrarán al país semillas genéticamente modificadas (maíz transgénico) que traerán graves riesgos para la salud, para la biodiversidad y para la economía campesina mexicana, por lo que la Comisión Episcopal para la Pastoral Social demanda que las autoridades federales analicen la posibilidad jurídica y la conveniencia económica de renegociar el apartado agropecuario del Tratado de Libre Comercio con América del Norte.
Monseñor Felipe Arizmendi se encuentra en este puerto para guiar a los obispos y sacerdotes de la Provincia Eclesiástica de Acapulco con sus estudios acerca del documento de Aparecida, Brasil, del cual fue copartícipe, a fin de que los asimilen y adecuen de acuerdo a la realidad que viven en sus diócesis respectivas.
En el escrito sobre la situación del campo mexicano ante el TLCAN, invita a todos los católicos a hacerse solidarios con el momento que viven sus hermanos indígenas y campesinos, “y nosotros los obispos abordamos esta situación porque no podemos reducirnos a celebraciones rituales y a una predicación etérea, porque es claro que la palabra de Jesús no nos deja en la comodidad del egoísmo y de la pasividad, sino que nos lanza a que hagamos cuanto podamos por los pobres”.
Y en ese sentido, señala que el documento conclusivo de Aparecida, fruto de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, confirma que “La opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica... Nace de nuestra fe en Jesucristo. A él lo encontramos de un modo especial en los pobres, afligidos y enfermos... En el reconocimiento de esta presencia y cercanía, y en la defensa de los derechos de los excluidos se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo”.
Los obispos mexicanos urgen al gobierno federal a “proteger con mayor decisión los intereses de los campesinos e indígenas pobres, que son la mayoría”, y sostienen que “existen condiciones jurídicas, económicas y morales para renegociar el capítulo agropecuario del TLCAN, lo cual es prioritario para el gobierno y para los legisladores”.
Agregan que “es urgente e impostergable destinar más recursos al campo y cuidar su recta aplicación, para que lleguen a los pequeños productores del campo y no se queden en beneficio del aparato burocrático, o de los productores con mayores recursos de tierras y de capital, e incluso de grandes empresas trasnacionales”, y demandan “luchar contra la corrupción del sistema administrativo de los recursos y evitar la destrucción de las familias campesinas, que ante el deterioro económico sufren enormes consecuencias sociales por la migración y la deformación de los valores de las nuevas generaciones. No basta dar más recursos al campo; es importante cambiar las políticas hacia el campo y sus objetivos”.