Arturo Parra Ochoa
Acapulco, Gro., 15 de diciembre de 2007.- Justicia, pidió el viejo dirigente perredista, Mario Velasco Torres, quien acusó a las autoridades judiciales de no hacerle caso con la investigación de su denuncia contra un automovilista que lo atropelló hace tres años.
Recordó que en diciembre del 2004, fue arrollado por Antonio Hernández Aguilar, a bordo de una camioneta Suburban en la esquina que forman las calles Jesús Carranza y Juan R. Escudero, en pleno centro de la ciudad, y ante decenas de personas, lanzándolo a cinco metros del impacto.
Debido a ese percance, recuerda, pasó una dolorosa navidad con su familia, “por culpa de ese individuo que iba ebrio, y que no contento con atropellarme, trató en reversa de rematarme, pudiéndome salvar como pude, pero quedé en un charco de sangre”.
Agregó que fue llevado al Hospital Regional Vicente Guerrero del IMSS, iniciándose la averiguación previa número TAB/BH/0622/2004, con el apoyo de su cuñado el abogado Imperio del Mar Rebolledo Allerdi, pero tiene sus dudas sobre el profesionalismo de la representante social, María Elena Hernández Vázquez, extrañamente con un mismo apellido que el agresor.
Antonio Hernández, recuerda Mario Velasco, tenía entonces 63 años de edad, según la credencial de elector con la cual se identificó ante la agencia del Ministerio Público del fuero común de Barrios Históricos, y a pesar de que su carro fue encontrado abandonado y asegurado más tarde, finalmente lo dejaron en libertad, con la aprobación de la titular del MP, Josefina Verduzco.
El veterano perredista indicó que actualmente su caso se encuentra ventilándose en el Juzgado Quinto de primera instancia del ramo penal, de donde se han diferido los careos respectivos, prolongando el juicio sin que su agresor reciba castigo alguno.
Finalizó diciendo que a raíz del atropellamiento, le hicieron una cirugía de ocho puntadas en la frente, tres más en la nariz, los dientes se le cayeron, tuvo una fractura de cadera, el oído izquierdo lo perdió, y tuvo que cerrar su modesto taller de reparación de máquinas de escribir mecánicas.
Recordó que en diciembre del 2004, fue arrollado por Antonio Hernández Aguilar, a bordo de una camioneta Suburban en la esquina que forman las calles Jesús Carranza y Juan R. Escudero, en pleno centro de la ciudad, y ante decenas de personas, lanzándolo a cinco metros del impacto.
Debido a ese percance, recuerda, pasó una dolorosa navidad con su familia, “por culpa de ese individuo que iba ebrio, y que no contento con atropellarme, trató en reversa de rematarme, pudiéndome salvar como pude, pero quedé en un charco de sangre”.
Agregó que fue llevado al Hospital Regional Vicente Guerrero del IMSS, iniciándose la averiguación previa número TAB/BH/0622/2004, con el apoyo de su cuñado el abogado Imperio del Mar Rebolledo Allerdi, pero tiene sus dudas sobre el profesionalismo de la representante social, María Elena Hernández Vázquez, extrañamente con un mismo apellido que el agresor.
Antonio Hernández, recuerda Mario Velasco, tenía entonces 63 años de edad, según la credencial de elector con la cual se identificó ante la agencia del Ministerio Público del fuero común de Barrios Históricos, y a pesar de que su carro fue encontrado abandonado y asegurado más tarde, finalmente lo dejaron en libertad, con la aprobación de la titular del MP, Josefina Verduzco.
El veterano perredista indicó que actualmente su caso se encuentra ventilándose en el Juzgado Quinto de primera instancia del ramo penal, de donde se han diferido los careos respectivos, prolongando el juicio sin que su agresor reciba castigo alguno.
Finalizó diciendo que a raíz del atropellamiento, le hicieron una cirugía de ocho puntadas en la frente, tres más en la nariz, los dientes se le cayeron, tuvo una fractura de cadera, el oído izquierdo lo perdió, y tuvo que cerrar su modesto taller de reparación de máquinas de escribir mecánicas.