Arturo Parra Ochoa
Acapulco, Gro., 3 de febrero de 2007.- El monto del incremento al precio de la tortilla es injustificado. Ni el aumento en los insumos ni el precio internacional del maíz lo justifican. El problema central es, a juicio de autoridades, representantes sociales, productores agrícolas y los propios industriales de la masa y la tortilla, la especulación de los grandes acaparadores.
“Que ni siquiera están aquí -en Guerrero-, sino en el centro y norte del país”, aclaran los molineros, mientras que los campesinos piden indagar en la cadena donde se encarece el maíz, pues a ellos se lo pagan a poco más de un peso el kilogramo, y a los industriales de la tortilla les llega hasta en tres pesos con 80 centavos.
Antes del mes de octubre del año pasado, el kilogramo de tortilla costaba en Acapulco 9 pesos, y se elevó a 10 con muy pocas voces de inconformidad. Pero a pocos días de decretarse un irrisorio aumento a los salarios mínimos, del 3.9 por ciento (apenas un peso con 89 centavos), con vigencia a partir del día primero de enero, el precio del principal alimento básico de los mexicanos, da un nuevo salto ahora del 20 por ciento, ubicándose en 12 pesos el kilogramo.
Las razones principales, según autoridades y empresarios, son el incremento del precio del maíz –materia prima para elaborar tortillas- en el mercado internacional, como resultado de su uso en la producción del combustible etanol; el aumento también en los insumos –gas, electricidad- que utilizan los industriales de la masa y la tortilla, aparte de los gastos de traslado –fletes, maniobras, diesel, gasolina- que al menos se ven obligados a pagar los molineros de esta entidad para traer maíz de otros estados; y el acaparamiento y especulación del maíz por parte de los grandes monopolios agroindustriales –Maseca, Minsa, Cargill-.
NO RESPETAN EL PRECIO DE $8.50 KILOGRAMO
Con el propósito de estabilizar el precio de la tortilla en 8.50 pesos por kilogramo, el presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, firma un acuerdo nacional con productores e industriales, al tiempo que anuncia la importación masiva de maíz, debido a la escasez del grano en nuestro país, para atender la demanda interna de esa materia prima, pero tal acuerdo no es respetado en el interior de la república, y Guerrero no es la excepción.
Se inicia entonces, a partir de la segunda quincena del mes de enero, un estira y afloja entre la delegación de la Profeco –dependencia responsabilizada de hacer respetar el precio acordado- y los tortilleros que se niegan a bajar su precio a 8.50 pesos el kilogramo. No hay clausuras, a pesar de que se sigue vendiendo a 10 y hasta 12 pesos el kilo en varios molinos, como el que se encuentra ubicado sobre la llamada “Vía rápida”, a la altura del mercado “Rufo Figueroa”, y el que tiene como razón social “México” en El Coloso, sito en la entrada de Almendros casi esquina con la Gran Vía.
A la par, otros funcionarios federales y estatales, como los delegados federales de Economía y la Sagarpa, además de los secretarios de Desarrollo Económico y Desarrollo Rural del estado, Jorge Peña Soberanis y Armando Ríos Piter, se reúnen en varias ocasiones con productores y molineros, para tratar de llegar a un acuerdo, sin resultados positivos a la fecha; por el contrario, se endurecieron las pláticas y no ceden los industriales, quienes hasta se organizan en un frente común.
REALIZAN ESTUDIO SOBRE LA CADENA MAÍZ-TORTILLA
El secretario de Desarrollo Económico del estado apuntó que conjuntamente con la delegación federal de la Secretaría de Economía, realizan un estudio para saber con precisión “qué está pasando en el ambiente de la fabricación de la tortilla, y ver mejores prácticas para la producción de la masa y la tortilla; también para ver de qué manera pueden ahorrar los industriales en el consumo del combustible que usan, y que es el gas”.
Porque de cada peso que cuesta la tortilla, agregó Peña Soberanis, 60 centavos se gastan en gas. “El maíz no es lo más caro –subrayó-, sino el combustible, y si podemos generar ahorros del 50 por ciento con otros métodos como el de paneles solares, pues creo que por ahí estaría la solución para abaratar el precio de la tortilla”.
Otra de las propuestas que hizo el funcionario estatal es la de que los empresarios de la tortilla se agrupen en sociedades para comprar pipas completas de gas, así como el total de las cosechas de los grupos de productores de maíz de Guerrero, “de las distintas regiones, por anticipado mediante un contrato, para que los productores sepan que está garantizada la venta de su maíz, de manera que se amarre la producción y se cierre la cadena maíz-tortilla”, remarcó.
El jefe de verificación de la delegación de la Profeco, Ramón Humberto Corral Hernández, admitió que hasta la fecha no se han efectuado clausuras a las tortillerías que persisten en elevar al precio a 10, 11 y 12 pesos el kilogramo de la tortilla, pero se realizan monitoreos y visitas de inspección para mantener vigilados a 283 negocios que han aumentado el precio pero luego lo bajan, y de los cuales ya fueron emplazados 97 por diversos motivos, entre los que destacan el no poder justificar el alza, no mostrar al público los precios y negarse a ser verificados.
Indicó que en los estudios realizados por esa dependencia, entre los industriales de la masa y la tortilla de Acapulco, encontraron que del total de sus gastos de producción el 40 por ciento equivale al costo del maíz; el gas representa más del 50 por ciento; y apenas un 10 por ciento corresponde a otros insumos como la energía eléctrica y el agua potable.
CAMPESINOS PIDEN APOYOS PARA SEMBRAR MAÍZ
Los dirigentes campesinos José Ramón Díaz Tornez y Mateo López Castillo, alertaron a las autoridades federales y estatales sobre lo que consideran “la última llamada” para hacer producir al campo guerrerense más maíz, para lo cual piden apoyos crediticios, maquinaria, fertilizante e insumos, porque mientras en otras latitudes el cultivo de este grano reporta rendimientos de más de cuatro toneladas por hectárea, en esta entidad apenas si rebasan la tonelada.
Consideraron erradas las políticas públicas en materia del agro, y aseguraron que en este estado se pueden producir más de un millón 500 mil toneladas al año, pero no se aprovecha toda la capacidad porque no hay apoyos ni incentivos para el maíz de temporal, “y menos para el de riego, pues están subutilizadas más de seis mil hectáreas de canales de irrigación”, expresó Díaz Tornez, delegado de la CNC en el municipio de Acapulco.
Mateo López recordó que Guerrero no es un estado productor de maíz y está lejos de los centros productores, por lo que consideró dos caminos para lograr lo que se propone el gobierno: primero eficientar la cadena productiva de la cadena maíz-tortilla, y el otro es eliminar a los agentes indeseables, "que son los intermediarios, coyotes y acaparadores, quienes especulan con los precios", señaló.
Coincidieron en que mientras no se estimule la producción de maíz, los campesinos guerrerenses, a quienes les compran el kilo de maíz a 1.80 pesos, y a los molineros les llega a 3.80 pesos, seguirán siendo víctima de alzas, desestabilización y desabasto, por lo cual es urgente aplicar políticas públicas de agricultura sustentable y soberanía alimentaria, “que garanticen la producción limpia y suficiente de alimentos sanos para todos”.
DEPREDAR EL PRECIO VIOLA LA LEY: MOLINEROS
A su vez, los industriales de la tortilla sostienen que bajar el precio a 8.50 pesos el kilogramo, sin ofrecerles alternativas para bajar sus costos de producción, es violatorio de la Ley Federal de Competencia Económica, “que prohíbe llevar a cabo una práctica que se llama depredación de precios, que es cuando se fija una tarifa por debajo de los costos de producción, lo cual fomenta una competencia desleal que es impulsada por el mismo gobierno que liberó los precios de la tortilla desde 1999”, puntualizó Jorge Sánchez Castillo, presidente de la Federación Estatal de Industriales de la Masa y la Tortilla.
Calificó de errada la recomendación de las autoridades para que la gente compre la tortilla en las tiendas de autoservicio a menos de seis pesos el kilogramo, “porque eso beneficia en mayor medida a las comercializadoras intermediarias del maíz y a las grandes empresas productoras de tortilla de harina, además de que la gente de las comunidades y colonias apartadas no va a ir hasta esas tiendas a buscar la tortilla, ellos apenas si cubren menos del 10 por ciento de la demanda”.
Arcadio Castro Santos, presidente de la Unión de Industriales de la Masa y la Tortilla de Acapulco, indicó que mientras no les garanticen el abasto suficiente de maíz no podrán soportar los altos costos de producción por el alza a esa materia prima. “Es necesario el establecimiento de un programa emergente para incrementar la producción de granos básicos en el campo guerrerense, ahora que se acerca el ciclo agrícola primavera-verano”, aseveró.
Los representantes de molineros acapulqueños reclamaron desde aquí que se frene “la voracidad de los grandes especuladores como Maseca, Minsa y Cargill, que tienen grandes capacidades de almacenamiento y a mediados del año pasado compraron varios miles de toneladas de maíz a un costo de mil 700 pesos la tonelada, que ahora venden en casi cuatro mil pesos por tonelada, provocando el alza actual al principal alimento de los mexicanos”.
Acapulco, Gro., 3 de febrero de 2007.- El monto del incremento al precio de la tortilla es injustificado. Ni el aumento en los insumos ni el precio internacional del maíz lo justifican. El problema central es, a juicio de autoridades, representantes sociales, productores agrícolas y los propios industriales de la masa y la tortilla, la especulación de los grandes acaparadores.
“Que ni siquiera están aquí -en Guerrero-, sino en el centro y norte del país”, aclaran los molineros, mientras que los campesinos piden indagar en la cadena donde se encarece el maíz, pues a ellos se lo pagan a poco más de un peso el kilogramo, y a los industriales de la tortilla les llega hasta en tres pesos con 80 centavos.
Antes del mes de octubre del año pasado, el kilogramo de tortilla costaba en Acapulco 9 pesos, y se elevó a 10 con muy pocas voces de inconformidad. Pero a pocos días de decretarse un irrisorio aumento a los salarios mínimos, del 3.9 por ciento (apenas un peso con 89 centavos), con vigencia a partir del día primero de enero, el precio del principal alimento básico de los mexicanos, da un nuevo salto ahora del 20 por ciento, ubicándose en 12 pesos el kilogramo.
Las razones principales, según autoridades y empresarios, son el incremento del precio del maíz –materia prima para elaborar tortillas- en el mercado internacional, como resultado de su uso en la producción del combustible etanol; el aumento también en los insumos –gas, electricidad- que utilizan los industriales de la masa y la tortilla, aparte de los gastos de traslado –fletes, maniobras, diesel, gasolina- que al menos se ven obligados a pagar los molineros de esta entidad para traer maíz de otros estados; y el acaparamiento y especulación del maíz por parte de los grandes monopolios agroindustriales –Maseca, Minsa, Cargill-.
NO RESPETAN EL PRECIO DE $8.50 KILOGRAMO
Con el propósito de estabilizar el precio de la tortilla en 8.50 pesos por kilogramo, el presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, firma un acuerdo nacional con productores e industriales, al tiempo que anuncia la importación masiva de maíz, debido a la escasez del grano en nuestro país, para atender la demanda interna de esa materia prima, pero tal acuerdo no es respetado en el interior de la república, y Guerrero no es la excepción.
Se inicia entonces, a partir de la segunda quincena del mes de enero, un estira y afloja entre la delegación de la Profeco –dependencia responsabilizada de hacer respetar el precio acordado- y los tortilleros que se niegan a bajar su precio a 8.50 pesos el kilogramo. No hay clausuras, a pesar de que se sigue vendiendo a 10 y hasta 12 pesos el kilo en varios molinos, como el que se encuentra ubicado sobre la llamada “Vía rápida”, a la altura del mercado “Rufo Figueroa”, y el que tiene como razón social “México” en El Coloso, sito en la entrada de Almendros casi esquina con la Gran Vía.
A la par, otros funcionarios federales y estatales, como los delegados federales de Economía y la Sagarpa, además de los secretarios de Desarrollo Económico y Desarrollo Rural del estado, Jorge Peña Soberanis y Armando Ríos Piter, se reúnen en varias ocasiones con productores y molineros, para tratar de llegar a un acuerdo, sin resultados positivos a la fecha; por el contrario, se endurecieron las pláticas y no ceden los industriales, quienes hasta se organizan en un frente común.
REALIZAN ESTUDIO SOBRE LA CADENA MAÍZ-TORTILLA
El secretario de Desarrollo Económico del estado apuntó que conjuntamente con la delegación federal de la Secretaría de Economía, realizan un estudio para saber con precisión “qué está pasando en el ambiente de la fabricación de la tortilla, y ver mejores prácticas para la producción de la masa y la tortilla; también para ver de qué manera pueden ahorrar los industriales en el consumo del combustible que usan, y que es el gas”.
Porque de cada peso que cuesta la tortilla, agregó Peña Soberanis, 60 centavos se gastan en gas. “El maíz no es lo más caro –subrayó-, sino el combustible, y si podemos generar ahorros del 50 por ciento con otros métodos como el de paneles solares, pues creo que por ahí estaría la solución para abaratar el precio de la tortilla”.
Otra de las propuestas que hizo el funcionario estatal es la de que los empresarios de la tortilla se agrupen en sociedades para comprar pipas completas de gas, así como el total de las cosechas de los grupos de productores de maíz de Guerrero, “de las distintas regiones, por anticipado mediante un contrato, para que los productores sepan que está garantizada la venta de su maíz, de manera que se amarre la producción y se cierre la cadena maíz-tortilla”, remarcó.
El jefe de verificación de la delegación de la Profeco, Ramón Humberto Corral Hernández, admitió que hasta la fecha no se han efectuado clausuras a las tortillerías que persisten en elevar al precio a 10, 11 y 12 pesos el kilogramo de la tortilla, pero se realizan monitoreos y visitas de inspección para mantener vigilados a 283 negocios que han aumentado el precio pero luego lo bajan, y de los cuales ya fueron emplazados 97 por diversos motivos, entre los que destacan el no poder justificar el alza, no mostrar al público los precios y negarse a ser verificados.
Indicó que en los estudios realizados por esa dependencia, entre los industriales de la masa y la tortilla de Acapulco, encontraron que del total de sus gastos de producción el 40 por ciento equivale al costo del maíz; el gas representa más del 50 por ciento; y apenas un 10 por ciento corresponde a otros insumos como la energía eléctrica y el agua potable.
CAMPESINOS PIDEN APOYOS PARA SEMBRAR MAÍZ
Los dirigentes campesinos José Ramón Díaz Tornez y Mateo López Castillo, alertaron a las autoridades federales y estatales sobre lo que consideran “la última llamada” para hacer producir al campo guerrerense más maíz, para lo cual piden apoyos crediticios, maquinaria, fertilizante e insumos, porque mientras en otras latitudes el cultivo de este grano reporta rendimientos de más de cuatro toneladas por hectárea, en esta entidad apenas si rebasan la tonelada.
Consideraron erradas las políticas públicas en materia del agro, y aseguraron que en este estado se pueden producir más de un millón 500 mil toneladas al año, pero no se aprovecha toda la capacidad porque no hay apoyos ni incentivos para el maíz de temporal, “y menos para el de riego, pues están subutilizadas más de seis mil hectáreas de canales de irrigación”, expresó Díaz Tornez, delegado de la CNC en el municipio de Acapulco.
Mateo López recordó que Guerrero no es un estado productor de maíz y está lejos de los centros productores, por lo que consideró dos caminos para lograr lo que se propone el gobierno: primero eficientar la cadena productiva de la cadena maíz-tortilla, y el otro es eliminar a los agentes indeseables, "que son los intermediarios, coyotes y acaparadores, quienes especulan con los precios", señaló.
Coincidieron en que mientras no se estimule la producción de maíz, los campesinos guerrerenses, a quienes les compran el kilo de maíz a 1.80 pesos, y a los molineros les llega a 3.80 pesos, seguirán siendo víctima de alzas, desestabilización y desabasto, por lo cual es urgente aplicar políticas públicas de agricultura sustentable y soberanía alimentaria, “que garanticen la producción limpia y suficiente de alimentos sanos para todos”.
DEPREDAR EL PRECIO VIOLA LA LEY: MOLINEROS
A su vez, los industriales de la tortilla sostienen que bajar el precio a 8.50 pesos el kilogramo, sin ofrecerles alternativas para bajar sus costos de producción, es violatorio de la Ley Federal de Competencia Económica, “que prohíbe llevar a cabo una práctica que se llama depredación de precios, que es cuando se fija una tarifa por debajo de los costos de producción, lo cual fomenta una competencia desleal que es impulsada por el mismo gobierno que liberó los precios de la tortilla desde 1999”, puntualizó Jorge Sánchez Castillo, presidente de la Federación Estatal de Industriales de la Masa y la Tortilla.
Calificó de errada la recomendación de las autoridades para que la gente compre la tortilla en las tiendas de autoservicio a menos de seis pesos el kilogramo, “porque eso beneficia en mayor medida a las comercializadoras intermediarias del maíz y a las grandes empresas productoras de tortilla de harina, además de que la gente de las comunidades y colonias apartadas no va a ir hasta esas tiendas a buscar la tortilla, ellos apenas si cubren menos del 10 por ciento de la demanda”.
Arcadio Castro Santos, presidente de la Unión de Industriales de la Masa y la Tortilla de Acapulco, indicó que mientras no les garanticen el abasto suficiente de maíz no podrán soportar los altos costos de producción por el alza a esa materia prima. “Es necesario el establecimiento de un programa emergente para incrementar la producción de granos básicos en el campo guerrerense, ahora que se acerca el ciclo agrícola primavera-verano”, aseveró.
Los representantes de molineros acapulqueños reclamaron desde aquí que se frene “la voracidad de los grandes especuladores como Maseca, Minsa y Cargill, que tienen grandes capacidades de almacenamiento y a mediados del año pasado compraron varios miles de toneladas de maíz a un costo de mil 700 pesos la tonelada, que ahora venden en casi cuatro mil pesos por tonelada, provocando el alza actual al principal alimento de los mexicanos”.