Arturo Parra Ochoa
Acapulco, Gro., 3 de abril de 2006.- Como una alternativa para los productores de coco que no han tenido buenos resultados con la comercialización de la copra y el aceite, por la gran competencia que existe en el mercado nacional e internacional, se inició la creación de pequeñas empresas dedicadas al envasado del agua y al aprovechamiento de la madera de las palmeras.
La palma de coco aprovechada integralmente, es un cultivo rentable cuyo costo de mantenimiento es relativamente bajo, pero a juicio del presidente de la Comercializadora de Coco y Productos del Campo de la zona rural del municipio de Acapulco, Mateo López Castillo, ha faltado el apoyo y la orientación de la inversión gubernamental y privada, para elevar la potencialidad de este cultivo y convertirlo en el motor de la economía de las costas de Guerrero, como lo fue en otros tiempos.
Según diagnóstico de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), la proporción de la producción que se comercializa en productos adicionales a la copra en el estado, ha ido creciendo en los últimos meses, pasando de un mínimo que no rebasaba el 10 por ciento (fruta con un 9%, dulces y agua de coco con 1%), a un 20 por ciento en la actualidad, (17% de fruta y un 3% de los otros productos).
Muy particularmente se ha dado impulso a la venta del coco como fruta, en bola y jimado. De este último se exporta con muy buena aceptación a los Estados Unidos.
Pero también es importante la comercialización de madera de palma, que a últimas fechas se ha incrementado por el envejecimiento de las plantaciones y el cambio de cultivo que ha decidido un buen número de productores.
Existen muchos otros derivados que hacen rentable el cultivo, como son la utilización de la concha y el bonote, subproductos que ahora se desechan. Con éstos es posible fabricar material aislante y de relleno, carbón activado y sustrato para uso agrícola.
López Castillo, ex regidor del Ayuntamiento de Acapulco e impulsor de sociedades de producción rural, dijo que para esta semana se pondrá en marcha una comercializadora de coco en Tres Palos, con la cual se beneficiarán directamente 64 socios productores y sus familias, originarias de cinco comunidades de la zona rural del municipio.
Con el apoyo del Consejo Estatal del Cocotero, y después de más de tres años de gestiones, por fin entrará en operación esa comercializadora, que será fundamental para el desarrollo de los productores del municipio, pues a partir de los resultados se podrían crear más empresas similares, como alternativa a la producción de la copra, ya que ésta y el aceite del coco no han sido una buena opción por la gran competencia que hay en el mercado.
La comercializadora de productos derivados del coco, tendrá dos vertientes, una es la embotelladora de agua de coco y otra la instalación de un aserradero para la comercialización de madera de palma.
La envasadora de agua de coco empezará a funcionar con una inversión de un millón de pesos, de un total de tres millones que se invertirán, y en el aserradero se invertirán 400 mil pesos.
Los productores beneficiados son de las localidades de Lomas de Chapultepec, Llano Largo, Cayaco, Tres Palos y El Salto, que se consideran detonantes de esta zona porque serán beneficiados de manera colateral otros productores.
Mateo López dijo que una de las fortalezas del proyecto es la producción de madera, porque la mayoría de los cocoteros de la Costa Chica y Costa Grande necesitan ser reemplazados por nuevas palmeras.
En el aserradero “Palma Rica” se industrializará madera extraída de la palma de coco, y estará ubicado en El Cayaco, mientras que la embotelladora de agua se localizará en Tres Palos.
Según el líder campesino, los cocoteros que existen en ambas costas del estado ya están viejos, rebasan los 50 años de antigüedad, y por consiguiente serán miles de palmeras que en poco tiempo tendrán que ser reemplazadas por palmas jóvenes, pudiéndose aprovechar la madera de las viejas para industrializarla en aserraderos.
La madera que resulta de esta pequeña industria, podrá ser comercializada dentro y fuera del estado, incluso en la zona hotelera de Acapulco.
Ante la crisis de la copra, la
alternativa: derivados del coco
De acuerdo con estudios de la Sagarpa, el estado de Guerrero cuenta con la mayor plantación de palma de coco del país, y la mejor adaptada a las condiciones climáticas. Es un cultivo tradicional en el estado, y existe un gremio de productores con una organización muy fuerte que siempre ha sido importante en las decisiones del estado en materia de Desarrollo Rural.
El producto principal que obtienen de la palma los productores guerrerenses y durante mucho tiempo el único, es la copra, de la cual dependen económicamente 70 mil familias.
A pesar de la tradición del cultivo, de la experiencia de los productores, del desarrollo tecnológico mostrado en los últimos años, y de las condiciones de adaptabilidad inmejorables de suelo, clima, altura, los productores de palma de coco no cuentan con una operación rentable.
El padrón de productores que se dedican a esta actividad es de poco más de 15 mil campesinos, con una plantación de alrededor de 46 mil hectáreas.
La palma de coco, después de ser la base de la economía agrícola del
estado por décadas, en la actualidad con la apertura de los mercados al comercio internacional, sufrió un fuerte desequilibrio e hizo crisis en el año 2001, cuando empezaron a bajar los precios de la copra y del aceite de coco, por la necesidad de los industriales que utilizan el aceite de coco y que participan en mercados muy competidos.
A partir de ese momento se desplomó el precio del aceite, y como consecuencia las tres plantas industrializadoras de copra que existían en la entidad bajaron sus precios, convirtiéndose en un problema político y social que requirió de la aplicación de subsidios a partir del 2003.
En el 2002, los productores de copra gestionaron un apoyo para la comercialización ante ASERCA, con el cual se pagaba al productor un subsidio diferencial a sumar $4.50 por kilogramo, contra la factura o auto factura.
Posteriormente, a partir del 2003 se cambió el esquema y el subsidio se cubrió a los productores a través de la industria, pagando el kilogramo a $6.00, quedando un esquema de operación organizativa, productor, centro de acopio, planta San Jerónimo y Agroindustrias del Sur.
Los centros de acopio pagan $4.70 por el kilogramo de copra al productor, teniendo acuerdos con el productor para la utilización del subsidio inmerso en el pago. Actualmente solo opera una de las dos plantas propiedad del gobierno del estado, la otra cerró por el grado de deterioro de sus activos, tras más de 30 años de operación y haber sobrepasado su vida útil. Una más ubicada en Atoyac de Álvarez, es privada.
En el 2001, se realizó una movilización social para solicitar a la Comisión de
Comercio Exterior que se analizaran las seis fracciones arancelarias, para proteger a 180 mil familias productoras de copra en el país, que vendían el producto a $1.80 y $2.50 por kilogramo.
Con el apoyo del gobierno del estado, en Guerrero se logró que se elevara el arancel de 10 a 45 por ciento, a las importaciones de aceite de coco. Esto permitió estabilizar el precio entre $4.00 y $ 4.50 por kilogramo.
El año pasado el arancel estuvo en 15% y en este 2006 se bajará a 10%, corriéndose el riesgo de que la industria otra vez incremente las importaciones de aceite, por lo que urge la diversificación productiva de los derivados de la palma de coco.